Querido monaguillo:
Te saludo muy cordialmente en este año en que celebramos el centenario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima y me alegro de que estés contentos de pertenecer a nuestro grupo de «Monaguillos de Fátima» ejerciendo este servicio santo que es un gran honor.
Tu hábito de monaguillo es una vestimenta particular que los distingue de los demás niños y adolescentes que asisten a las celebraciones de nuestra parroquia. Esta vestimenta, debe recordarte la ropa especial que te impusieron tus papás y padrinos el día que te trajeron al Templo a bautizar.
¿Sabes la fecha de tu bautizo? ¿Te acuerdas quiénes son tus padrinos? ¿Sabes en que Templo te bautizaron? Sería interesante que imprimieras esta fotografía que viene a continuación y que en esas líneas apuntarás estos datos para que siempre los recordaras.
Antes de que llevaras este traje de monaguillo, fuiste revestido del traje bautismal, una vestidura blanca que con este sacramento marcó el punto de partida de tu «auténtico ministerio litúrgico» que ahora, de una manera especial, te coloca al lado de nuestro párroco y de los demás sacerdotes que celebramos la Misa en esta parroquia y, ocasionalmente, al lado de los obispos y demás sacerdotes que nos visitan.
No debes olvidar nunca que, como monaguillo o monaguilla, ocupas un lugar muy especial en las celebraciones litúrgicas de nuestra comunidad experimentando muy de cerca, en cada acción litúrgica, que Jesucristo, nuestro hermano y amigo, está siempre presente en la palabra de la Sagrada Escritura que debes escuchar siempre con mucha atención y sobre todo en la sagrada Eucaristía, bajo las especies del pan y del vino.
Te debe quedar muy claro que en la liturgia eres mucho más que simple ayudante del sacerdote que preside la celebración. ¡Eres servidor o servidora de Cristo Jesús, el sumo y eterno sacerdote! Si te esfuerzas por vivir cada celebración así, con sencillez y entrega, descubrirás que has encontrado en Cristo a un verdadero amigo para toda la vida.
Pero hay algo más. Tu servicio de amor a Jesús no puede limitarse al interior de nuestra parroquia de Fátima. Debe irradiarse en la vida ordinaria: en tu casa con tu familia, en la escuela o colegio con los maestros y compañeros, con tus amigos en los tiempos de recreación, en fin, en todas partes en donde estés, dado que quien quiere servir a Jesucristo en el interior de nuestro templo parroquial, debe ser su testigo en todas partes.
En esta página encontrarás temas de formación litúrgica, juegos, reflexiones y otras cosas que, junto con tu familia, te ayudarán a crecer en tu amor a Jesús y a nuestra comunidad parroquial.
Jesús Amigo te ha llamado y quiere sentir necesidad de ti... ¡No lo defraudes! Respóndele y cumple de todo corazón tu compromiso de la mano de la Virgen de Fátima, imitando a los beatos Francisco y Jacinta y a Lucía, los videntes de Fátima diciendo: ¡Jesús, que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero!
P. Alfredo Delgado.
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